Valle de Tena, ese impresionante enclave del Pirineo aragonés cuyas panorámicas encandilan a montañeros de todo el mundo. Tena, con altitudes que van desde los 600m hasta superar los 3.000 en muchas de sus majestuosas cimas como el Balaitús, Gran Facha o Infiernos. Tena, una explosión de fauna, flora, ríos y embalses.
Tena es una tierra donde los grandes dioses del Pirineo toman forma de montaña, enfrentan sus pasiones más oscuras y dan nombre a los pueblos que hoy podemos visitar. Un paisaje mágico donde los milagros, caprichosos y aleatorios, condenan unos espíritus y salvan a otros.
Hoy vamos más allá de la postal montañera. Hoy queremos saber qué misterios se esconden detrás de las rocas. Porque un trekking por el paraíso se disfruta más cuando conoces sus secretos.
1. Culibillas y Balaitús
Cuenta la leyenda que en las cumbres de Tena vivían dos humildes dioses: Anayet y Arafita. Eran los más pobres del valle, pero contaban con un valioso tesoro: su hija Culibillas. Era preciosa, dotada de gran belleza y bondad. Adoraba las plantas y los seres que habitaban en su campo.
Su gran predilección eran las formigas blancas (hormigas en aragonés), unos extraños seres que recorrían las laderas confundiéndose con el candor de la nieve. La diosa bautizó la montaña en su honor: Formigal.
Un día, el poderoso dios Balaitús se enamoró locamente de Culibillas. Balaitús era muy temido y cuando se enfadaba estremecían los cimientos del Pirineo. La diosa, por supuesto, lo rechazó. Furioso, Balaitús se presentó ante ella en tres zancadas para raptarla. Culibillas, sin más ayuda que ella misma, gritó: ¡A mí las formigas! Éstas acudieron y cubrieron todo su cuerpo. Perplejo y asustado, Balaitús huyó.
Agradecida, Culibillas clavó un puñal en su pecho para guardar junto a su corazón a todas las formigas blancas. Desde entonces no se han vuelto a ver estos curiosos seres en Formigal.
Se dice que el Forau de Peña Foratata es el agujero que Culibillas desgarró en su pecho. Todavía hoy, desde la cima, se pueden sentir los latidos de la diosa.
2. La Ermita de Santa Elena
En el precioso entorno de Tena, cerca de Biescas y el río Gállego, encontramos un antiguo edificio sumergido entre los árboles. Es la ermita de Santa Elena.
Elena era la madre de Constantino, el primer emperador romano cristiano. En mitad de una guerra religiosa, Elena era amada y odiada por muchos. En el año 314 ambos empezaron una terrible persecución a quienes profesaban otra religión, asesinando creyentes paganos, robando sus tesoros, torturando a sus sacerdotes y destruyendo templos y estatuas de dioses romanos (por este motivo, muchos ponen en cuestión su condición de «Santa»).
Un día, Elena fue a parar a estas montañas, huyendo de un grupo de romanos que la perseguían. Unos labradores de la zona le indicaron una cueva donde se podía refugiar. Cansada, se sentó y se dispuso a pasar la noche. Mientras dormía, una araña tejió de forma ágil y mágica una tela que cubrió toda la entrada. Cuando los romanos llegaron y vieron la cueva bloqueada pensaron: «Donde la araña tejió, Elena no entró», dejando así de buscar a la emperatriz en esa zona.
La cueva se convirtió en ermita y la leyenda ha dado juego a muchas otras historias. La Gloriosa es un manantial que brota junto a la ermita y discurre por una pequeña fuente cuadrada. Se dice que el caudal de la fuente aumenta o disminuye según el estado de ánimo de la Santa por lo que las romerías son necesarias para que la fuente no deje de manar.
3. El fantasma de Celina
A mediados del siglo XIX, unos marqueses de Saint Lary decidieron pasar unos días de otoño en un palacio del hermoso pueblo del Pueyo de Jaca, en Huesca. Los marqueses tenían dos hijos pequeños llamados Úrbez y Victorián. Para cuidarlos, los marqueses contrataron a una institutriz, Celina, hija de un lord inglés.
A Celina le encantaba leer y tocar el piano. Su pieza favorita era la Pavana de Ravel, que le enseñó su padre cuando era pequeña. Un día de Todos los Santos, la joven salió a pasear con los niños a orillas del río Gállego. Cansada de caminar, se sentó bajo un árbol a disfrutar de su lectura.
Tan enfrascada estaba con la historia, que no se dio cuenta cuando el carrito con los dos niños empezó a moverse. Cuando levantó la vista ya era demasiado tarde: el carrito volcaba en el fuerte caudal del río. Sin pensarlo dos veces, Celina se lanzó al agua para rescatar a los pequeños. Ninguno de los tres sobrevivió a la corriente.
Desde entonces, se dice que la noche de Todos los Santos el fantasma de Celina ronda por el valle buscando a los niños. Al terminar su búsqueda fallida, se oye una triste melodía de piano. El espíritu, vestido con su traje de seda blanco, toca su pieza favorita: La Pavana de Ravel.
Los caminos de Valle de Tena te esperan este verano. Ya conoces algunas de sus leyendas (¡hay muchas más!). Ahora toca vivir la experiencia y construir to propia historia. Escríbenos y ¡únete! -> Trekking Valle de Tena
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Fuentes: valledetena.com / elrincondebiescas/ pirineodigital / komandokroketa / elperiodicodearagon / huescalamagia